domingo, 24 de febrero de 2013

El banquete de los solitarios

-Capítulo 1-


Era una mañana silenciosa de Marzo. Los rayos de sol calentaban suavemente, las hojas y tallos de las plantas situadas en el pasillo. En ese momento no había nadie en casa. En el estudio, se apreciaba un escritorio rebosante de papeles, carpetas, recibos y varias columnas de notas sueltas, en el centro un sobre dirigido a -Esteban Pons Ladrón de Guevara-. El dormitorio principal, aparentemente ordenado, indicaba el abandono apresurado de su huésped. La cocina, se integraba de una alacena escueta, compuesta de algunos alimentos enlatados y paquetes de pasta, el canasto de frutas y verduras era el que mostraba mayor colorido y diversidad en el espacio, sin mencionar al fondo del fregador unos cuantos platos, un vaso, un tenedor y un sartén sin lavar.
Faltaban unos quince minutos para que el reloj marcara el medio día. En ese instante se escucha el girar de una llave seguido de unos pasos fuertes, enmarcados por la ausencia de ruido del vecindario. Un hombre entra, atraviesa el recibidor, hasta llegar al área del comedor, a un lado de este, se apreciaba una cómoda vieja de madera, donde guardaban la vajilla fina así como otros utensilios de poco uso. El hombre envuelto en un halo de misterio, se inclina, y esconde un objeto debajo del mueble. Un hacha.


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