domingo, 5 de mayo de 2013

El banquete de los solitarios

-Capítulo 10-


A la mañana siguiente...
Los tres hombres se levantaron temprano, Esteban se alistó para salir de su habitación en cuanto escuchó movimiento en la casa, había mucho de que hablar.

Aunque Esteban llevaba meses en la casa de su tío en forma intermitente, esta seguía siendo un desorden. Aún así invitó a sus inesperados visitantes a un desayuno improvisado.

En cuanto tomaron asiento, fueron directo al grano. El motivo de su llegada al pueblo, era hacerse cargo de todos los pendientes que había dejado su tío, lo cual incluía la administración de sus bienes. No creyeron que nadie más acudiría a hacerlo, puntualizaron. Esteban respondió que el pensaba lo mismo, ya que jamás había escuchado de algún otro familiar que tuviera trato y cercanía con su tío.

Fernando soltó un suspiro... -el asunto primo es que nosotros empezaremos a trabajar de inmediato, demoleremos la casa-.

Esteban lo miró extrañado, y respondió -no tengo problema, mi vida está en otro lado, hoy mismo tenía planeado retirarme-.

Fernando y Filemón se miraron el uno al otro algo confundidos, esperaban resistencia u oposición.

Esteban pensó en ese instante -sí,si, es perfecto, le pediré a Florencia que sea mi esposa, que regresemos juntos a mi pueblo natal, y ahí formalicemos para iniciar una vida juntos. Yo ya no quiero problemas extras aquí, no me interesa las intenciones de estos dos extraños-.


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