-Capítulo 12-
Ya era de noche, por una pequeña ventana de la habitación entraban unos débiles rayos de luna.
Esteban abrió los ojos, se encontraba amarrado a un silla de madera, no sabía cuánto tiempo había pasado, cuánto había durado inconsciente, el cuarto estaba en penumbra, unas cuantas velas iluminaban los rincones. Aún no comprendía que había sucedido, estaba confundido, y la cabeza le dolía demasiado.
Más al rato entraron el par de primos, lo miraron y uno de ellos le dijo:
-Primo, primoo...¿sabes? estuvimos meditando un poco la situación, estamos casi seguros que nos traerás problemas no te podemos dejar ir- puntualizó Fernando.
-¿De que hablas??- respondió Esteban aturdido.
-¡Tú sabes, los yacimientos, la mina que construiremos, el dinero que vale todo esto!!.-dijo Filemón irritado.
-No sé de que hablan, yo ya me iba...yo...-.
-¡Callá!!-gritó Fernando, mientras tomaba de un rincón apartado un rifle, y lo apuntaba directamente al pecho del joven.
-¡Nooo, espera!! Imploró Esteban.
En el instante que iba a apretar el gatillo, se escuchó un grito profundo, Filemón cayó al suelo.
Fernando giró la cabeza, solo divisó una silueta pequeña y borrosa, que se abalanzó hacía él con un hacha. De dos movimiento le lastimó el brazo derecho (ocasionando que tirará el arma), y el segundo fue directo a su vientre.
Era Florencia, estaba preocupada por la ausencia de Esteban durante todo el día, al entrar a la casa fue con cautela, pensó lo peor, por lo cuál había tomado la herramienta del patio trasero.
Liberó a Esteban, y huyeron rápidamente tomados de la mano, mientras que la pareja de sujetos yacía desangrada en el suelo.
Al salir de la casa, en medio de tanta exhaltación, Esteban por fin pudo mirar a la cara a Florencia. La miró con una gran sonrisa de agradecimiento,la cual desapareció al ver la situación.
La vió muy lastimada, tenía toda la cara un tanto hinchada por golpes, varios moretones bien marcados, sobre todo en el ojo y pómulo derecho.
Esteban estaba aún más consternado ¿qué había pasado?, ¿por qué Florencia estaba así?, ¡¿Quién la agredió?!, ¡¿por qué?!, todas esa preguntas recorrían su cabeza a la vez.
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