domingo, 7 de abril de 2013

El banquete de los solitarios

-Capítulo 6-


Esteban recorrió la casa en su totalidad. 
Casi no recordaba el aspecto de la construcción, la última vez que visitó la casa fue hace muchos años, desde su niñez, cuando sus abuelos paternos aun vivían. 
Aunque su recuerdo era vago, los estragos del tiempo se dejaban ver en cada rincón.
En el patio trasero, que hacía de un pequeño bosque, aun se apreciaba el naranjo gigante, un árbol de unos doce metros de altura como mínimo. Eso si lo recordaba. Cuando niño, Esteban gustaba de sentarse a su sombra mientras jugaba con la tierra. 

Hizo lo mismo ahora, se sentó debajo del inmenso árbol a contemplar el paisaje. Había árboles frutales de todo tamaño y tipo, los cuales empezaban a estar en flor. Ese si que fue un buen momento, absorto por el dulce ambiente, el joven se abandonó en un silencioso y cándido trance.

Sintió que dormitó por unos minutos. se puso de pie y regreso al interior de la casa.

Había cientos de animales disecados, la gran mayoría colgados en las paredes, otros situados en repisas y muebles hechos especialmente para su exposición. Animales salvajes de todo tamaño y especie, aves de colorido plumaje. Uno de los más imponentes, era una cabeza de venado, su cornamenta abarcaba como dos metros de longitud de cada lado; aun para los detractores de la cacería, era innegable la majestuosidad de esos especímenes. Si eran lamentablemente muertos por "deporte", pero se facilitaba su mejor apreciación. 

La mesa del comedor estaba en desuso desde tiempo indefinido, estaba cubierta por cientos y cientos de monedas antiguas, de todos los años, tamaños, metales y nacionalidades; Nadie las había tocado, ni cambiado de lugar, la gruesa capa de polvo sobre ellas no dejaba mentir.

Herramientas, papeles, libros, armas para cazar, piedras de valor arqueológico, muebles sin usar o rotos, cajas vacías, una lancha, leña, mucha leña cortada, partes de esqueletos de animales, dientes, pieles curtidas, están eran algunos de los objetos esparcidos por toda la casa.   

Su tío era un acumulador.

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