sábado, 27 de abril de 2013

El banquete de los solitarios

-Capítulo 9-

Una noche tocaron a la casa del tío Plutarco, era de madrugada, Esteban estaba dormido cuando escuchó los fuertes golpeteos en la puerta principal. (Florencia nunca se quedaba a dormir).

Se levantó algo mal humorado por la hora imprudente de visitar, sin embargo, pensó que podía ser una emergencia, se mojó el rostro y se dirigió a ver quien era. Al abrir la puerta, pudo divisar dos hombres de mediana edad, sonrientes y ansiosos.
-¡Hola primo!! ¿cómo estás? ¿Nos recuerdas?- Esteban no tenía ni la menor idea de quienes eran, sin mencionar que seguía un tanto adormilado.
-Sí, sí, somos tus primos Fernando y Filemon...entendemos que no nos recuerdes, la ultima vez que te vimos eras un niño pequeño, y eso fue hace más de veinte años.-

Continuaron dando señas de cual era su vínculo familiar; resulta que eran parientes lejanos, primos terceros, los cuales se habían ido a vivir a otro país en busca de trabajo y una nueva vida, ambos solteros. 
Según ellos siempre mantuvieron comunicación con el tío Plutarco, a quien apreciaban mucho, y la partida del mismo les provocó un gran dolor. 
Hablaron...y hablaron...sin cesar por varias decenas de minutos más. Mal acababa uno la frase, y comenzaba el otro. 
Esteban no mostraba ni un gesto.

-Bueno primo, nos permites pasar la noche aquí, venimos muy cansados del extenso viaje, tenemos varios asuntos que resolver.-

Esteban les dió el pase, le pareció que eran bastante raros, sin embargo no temió (No sabía lo que le sucedería después).




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