domingo, 14 de abril de 2013

El banquete de los solitarios

-Capítulo 7-


Esteban figuraba como único heredero de todas las pertenencias de su tío. Si bien no había testamento, el papeleo se podría arreglar en unos días. 
Era su primer día en el pueblo, llegó en la madrugada y toda la mañana la dedicó a recorrer la casa, al día siguiente acudiría con las autoridades correspondientes para dejar todo en regla. 

Caminando por la plaza, mientras comía un helado de agua sabor limón, apreciaba el paisaje y la comunidad. después de dar una vuelta completa, divisó una banca debajo de un durazno en flor. Tomo asiento, y como era su costumbre se ensimismo, perdiendose en sus pensamientos, planes y pendientes; sin percartarse que una persona se había sentado al otro extremo de la banca. 
Era una chica de no más de veinte años, de baja estatura, de complexión muy delgada, exquisita, tez morena, con unos bellos ojos grandes color avellana, enmarcados con dos cejas gruesas, bellos rostro.

De hecho pasaron varios minutos hasta que Esteban sintió la mirada. Se sorprendió un poco, y sonrió tímidamente, y ella le brindó una cálida y dulce sonrisa.
Ella fue la primera en hablar -Hola, mi nombre es Florencia, y ¿cuál es él tuyo?-

El estaba un poco extrañado, pensó -una joven mujer, una extraña llega de la nada y me saca plática...bueno, nada malo tiene que suceder-

Le dijo su nombre y empezaron a hablar de trivialidades. Después de una hora se despiedieron cordialmente. 
Al día siguiente después de acudir a resolver su pendiente burocrático, regreso al mismo lugar en la plaza, sin quedar en nada previamente se volvieron a encontrar los dos. Y comenzaron una nueva conversación.

Esteban duró una semana en el pueblo donde vivía su tío, desde su primer encuentro hasta el último día los muchachos se vieron cada día. Algo especial crecía en el corazón de ambos.




1 comentario:

  1. Motivante capitulo!! Ya quiero saber que pasara con Florencia!! :D

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