domingo, 8 de septiembre de 2013

- Cuentitos para la tarde 4 - (2a parte)

LETRAS Y YO (2a PARTE).


A la mañana siguiente, de un día sábado, Leonardo despertó, tomó una ducha rápida y desayunó un pan tostado con mantequilla, para disponerse a "seguir" (pues no había escrito mucho) con su novela. 



Miró fijamente la hoja, esa primera línea ("El estaba loco de amor...")lo ponía muy melancólico, pues había pasado mucho tiempo desde que había tenido una cita de tipo romántico, sólo cuestiones casuales, ilusiones bien intencionadas de principio que no daban para más. De hecho el consideraba que jamás se había enamorado.

-¿Cómo escribir sobre el amor, si siento mi corazón tan gris?- Suspiró profundamente.



-¡¡Toc-toc-toc!!-

En ese instante trocaron decididamente a su puerta. Se levantó a atender. Cual fue su sorpresa al ver a una joven chica, de tez clara, ojos negros y cabello ondulado.



-Hola, ¡buenos día! Disculpa, estoy buscando el edificio "Dr.Troncoso Irigoyen", ¿es este, no? pero la numeración me confunde, no llega al número de departamento que busco.-

-Oh...eh, lo que sucede es que es el edificio "Dr.Troncoso Irigoyen A", el que debes estar buscando es el "B" cruzando la calle.-
-Umm, ¡yo siempre tan distraída, no lo sabía! como te darás cuenta, recorrí todo el edificio con la esperanza de encontrar el departamento, ¡gracias!- Se dio media vuelta y se fue.



Leonardo cerró la puerta, sintió como si un hormiguero se activara en la boca de su estómago.

Le pareció fascinante. No sabía su nombre, a que se dedicaba, ni su pasado o presente, el sólo sabía que tenía una sonrisa sincera, y una mirada cálida.
Por supuesto, a pesar de ser un eterno idealista, no creía en el amor a primera vista, eso se iba desarrollando poco a poco, con constancia y cuidado.



¡Por fin se sentía inspirado! 

Imaginó que ella era uno de los protagonistas de su historia. Una mujer sencilla, con ciertos defectos y bellas virtudes, magnética cuando lo deseaba; la pensó celosa de su hombre, no por inseguridad en ella misma, sino por vulnerabilidad a perderlo; describió su imagen con una belleza no convencional, de hecho considerada una mujer fea o simple en las multitudes, pero en la práctica, especial al arreglarse para sus afectos. Siendo también un poco torpe y distraída. 
Al muchacho, participante en su novela, lo imaginó inteligente, aguerrido, con tantos planes y aspiraciones en la cabeza que el solo se confundía, un buscador constante de la justicia, un bohemio de alma; de mirada taciturna difícil de descifrar.



Así siguió escribiendo todo el día dando forma a su futuro libro.



Por otro lado...

Esperaba volver a verla.


-FIN-

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