miércoles, 6 de marzo de 2013

Y que me agarra la aduana (Parte 2)

Hola!!

Es un placer nuevamente estar en contacto con ustedes como todos los ombligos de semana!

Si estas accediendo directamente a esta entrada del blog, te recomiendo primero leer la primer parte de "Y que me agarra la aduana" aqui:



Y continuamos con la segunda parte...

Ya comienza a oscurecer y lo único que nuestro organismo había recibido (aparte del estrés) eran los 250 mililitros de agua que nos llevaron a las 9 de la mañana, me siento cansada pero debo estar despierta porque estamos en una ciudad peligrosa donde dos mujeres caminando pueden ser objetivo para muchos criminales.

¡Encontramos un taxi! El conductor era un señor mayor de entre 70 y 80 años, de esos que dan confianza, alto, moreno y muy delgado, el cual utiliza lentes y tiene bigote… se ve que han pasado los años por su rostro. Le preguntamos que si nos podría llevar a un hotel cercano. El señor maneja alrededor de 15 minutos dando vueltas, después nos deja en un hotel que pareciera de 2 estrellas. – Ya llegamos – nos dice al mismo tiempo que baja para abrirnos la puerta, le damos las gracias y nos cobra 100 pesos por un trayecto que caminando nos hubiéramos llevado los mismos 15 minutos… siento que este no es mi día.

En la recepción del hotel nos recibe una señora; ojos, nariz y boca, diría mi madre, cuando se refiere a una persona que no tiene características que resalten a la vista. Dice que la noche de hotel cuesta $700 pesos. Mi acompañante y yo la volteamos a ver con cierto desaire y nos dice que nos lo puede dejar en $680 pesos… sigo pensando que este es el día donde todos están destinados a robarme, la oferta es muy mala pero ya es de noche y no creo que mi acompañante tenga energía suficiente para buscar otro lugar donde quedarnos; acepto y pago los $680 pesos.

Nos dan la llave de nuestra habitación, tiene dos camas matrimoniales, una televisión y un baño; es un lugar humilde pero se ve limpio.

Mi acompañante ha agarrado cierta palidez lo cual me mantiene preocupada, le animo a que salgamos a cenar para que por un momento piense en otra cosa que no sea la desgracia que estamos pasando.

Ya son las 8 de la noche y estamos caminando en una ciudad desconocida en busca de comida. ¡Bingo! A dos cuadras encontramos un taqueria, no es como los lugares donde uno acostumbra ir a comer tacos: hay mesas de plástico, tienen un refrigerador viejo a la vista de donde sacar el queso y unos pedazos de carne. Donde cocinan la carne tienen la ventana abierta donde si una ráfaga de viento soplara repentinamente estoy segura de que la carne quedaría adobada por tierra. Sinceramente yo no tengo hambre y estoy tan triste que si un perro me orinara en los pies sentiría consuelo… pero creo que si como algo podré dormir un poco mas tranquila.  Ordenamos y nos atienden rápido, la comida (viéndolo desde las perspectiva actual) se veía muy bien y sabia rica, pero el sentimiento sigue a flor de piel, tanto mi acompañante como yo estamos prácticamente haciendo figuras con el tenedor alrededor de la comida.

Llegamos de regreso al hotel que parecía uno de esos lugares a donde llevan a las prostitutas después de una noche de copas, son las 9 pm, nos acostamos y encendemos la televisión. No recuerdo que programa estábamos viendo, solo recuerdo que era un programa cómico y lo único que se escuchaba en la habitación por parte de nosotras eran suspiros. Ni siquiera las estupideces banales de la televisión nos podían hacer reír. Mi acompañante se levanta y dice que se dará un baño, espero que el agua le caiga bien.

Media hora después sale mi acompañante del baño con los ojos totalmente rojos e hinchados que denotan que ha estado llorando durante el tiempo que se estaba bañando, la abrazo y le digo que todo estará bien, que mañana será un día mejor y que seguramente si recuperaremos nuestra mercancía, que duerma en paz.

Me recuesto en mi cama y no logro acomodarme, ya llevo media hora dando vueltas en la oscuridad… siento que necesito un abrazo o el calor de un cuerpo cerca.  Le digo a mi acompañante que si puedo irme a su cama, ella responde: - Si -, y hace su cuerpo a un lado con señal de que puedo irme a su lado. Logro dormir…

Son las 9 de la mañana del siguiente día y ya estamos listas para ir de vuelta a las oficinas, como el trayecto es corto nos vamos caminando y llegamos a las 9:20.

Al llegar nos anotan en una lista de espera, ¡seremos las primeras en ser atendidas! El abogado que nos atiende es un joven de entre 28 y 35 años, moreno, de estatura baja y tiene marcas de acne en el rostro; nos lleva adentro donde nos explica que ha sido lo que firme con todos sus detalles y que no conllevara ninguna mancha en mi expediente lo cual me deja mas tranquila y nos asegura que en cuanto paguemos hará el papeleo necesario lo mas rápido posible para liberar nuestro automóvil, y posiblemente, la mercancía, y de este modo podamos estar en nuestra ciudad origen en la tarde. Con esta pequeña esperanza voy al banco y realizo mi pago de inmediato.

El banco esta dentro de las mismas instalaciones por lo que es muy rápido llegar, sin embargo solo hay una caja abierta y al parecer esta haciendo transacciones en la computadora lo cual le lleva varios minutos, terminamos saliendo con el comprobante a las 12 pm.

El abogado que nos atendió originalmente sale de trabajar a las 12 pm porque dice que le ha tocado guardia y nos dejara con otro de sus compañeros. Llega “el abogadete” (nombre que utilizare para referirme a el, ya verán el porque) y nos presenta, es un hombre de entre 26 y 30 años, con cierto aire de altanería, de tez morena clara, se esta quedando calvo, utiliza lentes de esos de armazón delgado, de 1.90 de estatura y con cara de pómulos prominentes, nos dice que tenemos que esperar paradas afuera.

Estar afuera, es estar dentro del mismo edificio, sin embargo están varias personas paradas (todos pasando por lo mismo, en el ambiente solo se respira tristeza y frialdad), hay un guardia delante que no deja pasar a nadie a quien los abogados indiquen que deje pasar y aun después del guardia, hay una pequeña barda de un metro de altura hecha de tablaroca imitación madera con una manija de seguridad que solo abre por dentro. En ese momento pienso - ¿Por qué Dios me has enviado aquí? ¿Cuál ha sido ese pecado tan grave que he hecho y ahora tengo que pagar? -.

Seguimos esperando paradas afuera, no hay bebederos y no hay baño, lo bueno es que hay techo y el clima esta cómodo por el aire acondicionado, ya son las 3 pm, sale y dice que luego nos atenderá, que sigamos esperando.

Ya han dado las 4 pm y mi acompañante tiene el gesto de tristeza mas grande que ya haya visto en toda mi vida… siento que es mi culpa, siento que esta cargando con algo que ella no merece. Entre su desesperación y dolor mi acompañante burla al guardia y se para justo en la orilla donde comienzan las oficinas… justo a la orilla de la barda donde solo se observan a lo lejos las oficinas de los abogados.

El “abogadete” que nos atiende pasa por ahí y con un gesto de “¿Y ahora que chingados quiere?” se acerca a mi acompañante y le dice que mínimo se va a llevar otras dos horas estudiando el caso, que mejor se vaya del edificio y vuelva en dos horas, porque aunque se quede ahí el ya no nos atenderá hasta las 6 de la tarde.

-“Maldita burocracia”- es lo que pasa ahora por mi mente…como estamos al pie del cañón, ahora nos ha sutilmente corrido del edificio.   Digo a mi acompañante que no se preocupe y que tome este retraso como si fuera un viaje de diversión, - “Es mas”, - le digo – “te invito al centro comercial a ver que nos topamos” -. Ella asiente con la cabeza.

Nuevamente tomamos un taxi, y ahora si tomo la precaución de preguntar donde hay una plaza comercial y cuanto nos cobra, el precio esta vez es totalmente aceptable, nos lleva al mas cercano y a pesar de estar a 20 minutos de distancia nos cobra $60 pesos, siento que todo comienza a cambiar.

Llegamos al centro comercial e invito a mi acompañante a comer; yo ya logro comer normal… mi organismo ya lo esta asimilando aunque aun tengo la esperanza de que todo saldrá bien; en cambio, mi acompañante apenas prueba su plato. Le invito una nieve, dice que no, le digo que nos midamos ropa de la tienda departamental, me dice que no… ¡ya no se que hacer para levantar su animo!

Nos dieron las 5 y media de la tarde sentadas en una banca viendo pasar a la gente feliz, los niños corriendo, las parejas abrazándose… era una utopia en forma de sarcasmo.

Agarramos otro taxi de regreso a las oficinas y llegamos a las 6 de la tarde exactas, nos anotamos nuevamente en la lista de espera… ya somos las únicas esperando.

A las 6 y media de la tarde sale el “abogadete” y dice que ya tiene todo listo, que nos podemos llevar el automóvil, pero la mercancía no. ¿Y para decirnos eso nos tenía que hacer esperar 6 horas?  

Ya lo que quiero es irme ese mismo día de ahí, no estoy dispuesta a irme de ahí sin mi automóvil, no quiero que nos vuelvan a decir que volvamos al día siguiente… ¡ya no! Así que en ese momento pregunto a donde voy por mi automóvil. Me indica que debo pasar yo sola por dos filtros y que mi acompañante ya se debe salir de ahí porque van a cerrar.

El primer filtro es pasar por en medio de todas las oficinas, después saliendo de ese edificio son unos 5 minutos de terraceria para llegar a una bodegas enormes donde están parados varios trailers. Llego ahí y de primer instancia nadie me recibe… al parecer todos ya se están preparando para irse. Después de unos 15 minutos de estar ahí parada se me acerca un empleado y me dice que ya todo esta en la segunda oficina (como les comente antes, ya éramos las ultimas esperando por lo que era obvio cual era mi caso).

La segunda oficina se puede ver a unos simples 40 pasos, pero hay varias mallas de alambre que hay que rodear, los 40 pasos se hacen 15 minutos más.

Son las 7 de la tarde y comienza a oscurecer. Llego a la segunda oficina, cuando me ven llegar me piden que me siente y que enseguida traen mis cosas. Uno de ellos acude a un archivo que tienen en un cuarto de atrás y ¡resulta que no están mis llaves ni los papeles del automóvil! Hacen algunas llamadas y por fin localizan mis cosas.

Los empleados están muy felices, platican sobre un proyecto de Gobierno que tuvieron que rehacer en la ciudad, me meto en la plática y les comento que en mi ciudad apenas están comenzando a construir ese proyecto, continuamos platicando otros 30 minutos.

Ya son las 7:40 pm aproximadamente y entra una mujer con mis cosas, y dice que de todo lo que traía solo me devolverán una maleta rota (¡Que casualidad! Solo la rota podría recuperar… ¿Y las otras porque no?).

Estoy tan desganada por la situación, y preocupada por mi acompañante que ya lleva en la calle una hora, que lo que quiero es ya salir de ahí.  Así que firmo mi “salida” y me dicen que mi carro esta en un “corralón” interno.

Voy caminando al corralón y el vigilante me pide mi pase de salida, al entrar al corralón de ahí mi vehiculo es el único nuevo, el resto de los carros aunque sean mas recientes que el mío se ven abandonados… incluso a algunos ya les hacen falta partes.

Le quito la alarma a mi automóvil y me dispongo a checar que mi vehiculo este completo… me dan ganas de llorar, todo lo que pudiera quitarse o desarmarse de mi carro esta fuera de lugar: han forzado las paredes de la cajuela, han sacado la llanta de refacción, los plásticos de las puertas también han sido forzados y están fuera de lugar, el techo también ha sido vencido, la cajuelita abierta, parte de los cables de la alarma están sueltos, los espejos movidos a lugares inexplicables y esta tan sucio como si hubiera introducido 20 changos para irnos de paseo, además de tener un letrero enorme en el vidrio frontal “Vehiculo detenido folio #9999”.  Procuro dejar todo en su lugar para que mi acompañante no lo vea “tan mal” y salgo lo más rápido posible.

La busco y esta en la salida de las instalaciones, con los guardias de seguridad que tuvieron piedad de ella, sube al automovil y nos devolvimos a casa.

Y esa ha sido una de tantas de mis aventuras… ahora se que debi reaccionar desde un principio, ahora se me ocurren muchas cosas que pude haber hecho, pero siempre he pensado que todo pasa por algo.

¿Alguna vez te ha detenido aduana?  ¿Te ha tocado el semaforo en rojo?

Cuentame tu historia, para mi sera un placer leerla!



♥ Lindo ombligo de semana 
y recuerda que las dudas de fe son las que mas nos impulsan hacia delante. ♥


★ ★ ★     NoyAhoy   ★ ★ ★


4 comentarios:

  1. Vaya historia de desventura ésta. Espero que nunca me llegue a suceder algo similar. Y supongo que es el temor de todos los que algún día cruzamos por los puntos de revisión de aduanas del país.

    El pasado Viernes Negro yo también tuve un roce con estas autoridades. El primer punto lo crucé con semáforo verde, pero el segundo no contaba con semáforo -aún está en proceso esa instalación- así fue que me detuve junto a un oficial. Me preguntó hacia dónde voy, de dónde venía y por qué motivo fui. Al responder que había ido de compras, me preguntó cuánto gasté y respondí $200 Dlrs. (Tengo entendido que ese es el límite de consumo personal, además de otros objetos que son exentos hasta cierto número)
    La realidad es que habíamos consumido mucho más que eso y el frigobar que llevaba en el asiento trasero de mi carro, que prácticamente quedó incrustado entre los asientos y algunas bolsas más, nos delataba. Me ordenó que me parara a un lado, dentro del mismo carril. (En ese momento llegaba otro vehículo detrás de mi y se disponían a pasarlo por el mismo interrogatorio)

    Cuando nos movimos, mi acompañante sagazmente me dijo que no me detuviera, que siguiera. Obedientemente lo hice así, no me detuve y seguí el camino, tomando carretera. En dado caso de que nos dieran alcance, iba a alegar de que había creído que el oficial nos había dicho que siguiera mi camino, que sólo me hiciera por un lado para pasar el vehículo que estaba enfrente de mí. Pero la persecución jamás tuvo a lugar, así que el momento de adrenalina fue disipándose tranquilamente, envuelto en la oscuridad del desierto de Samalayuca, apenas iluminado por las luces del tablero del carro.


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    ¡Tenemos que buscar la lista de los objetos permitidos sin declaración! Hace algunos años yo tenía una lista bien definida con muchos artículos. Entre ellos recuerdo que podías llevar una computadora laptop nueva o usada; 4 llantas, mientras llevaras las viejas en el vehículo y las nuevas fueran montadas... Y otras cosas, era una lista pequeña, pero como ciudadanos debemos conocer nuestros derechos para que no abusen las autoridades y aceptar nuestras obligaciones.

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    1. Aquí está todo lo que debes saber de las aduanas en México. :D
      Una pieza de lectura que todos los que gustamos de hacer compras al otro lado de la frontera debe conocer y hacer valer.

      http://www.aduanas.gob.mx/aduana_mexico/2008/pasajeros/139_10054.html

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  2. Ayyy noooo!!!! Me parte el alma saber que pasaron por algo tan horrible como eso!!! T__T

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  3. Pues de todo sale una experiencia y una aventura! (Y una muy buena anectoda para el blog, jaja, es de esas cosas que solo te atreves a decir escribiendo y que traia guardado desde hace casi un año)
    En la vida hay de todo y pues, hay que apechugar! XD

    Espero les haya gustado la historia!

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